miércoles, 15 de junio de 2011

La muerte y resurrección de mi Kindle (y la del Alma)


La semana pasada me sucedió algo que me hizo pensar en la eternidad y en la continuidad de la existencia.
Estaba cenando tranquilamente en mi casa cuando de pronto escuché un ruido que hizo palpitar mi corazón al imaginar lo que segundos después mis ojos encontrarían: Mi Kindle tirado en el piso.

Cuando lo levanté, lo prendí teniendo todavía la esperanza de que me mostrara sus maravillosas letras como diciéndome “no pasó nada, todavía puedes seguir disfrutando de mi”, pero no, lo único que ocurrió fue que en más de la mitad de la pantalla aparecieron unas líneas que iban del blanco al negro y que yo veía como una carita triste despidiéndose de mi. Sólo me faltó escuchar “Bye Wendy, byeee”.

Cuando recobré la compostura, hice una llamada que en menos de 5 minutos me devolvió la sonrisa. Amazon me garantizó que en 4 días tendría un Kindle nuevo en la puerta de mi casa con todo el contenido que tenía en el ahora inservible y lo mejor de todo, sin ningún costo adicional, ni siquiera me cobrarían el envío del viejo Kindle a sus oficinas, todo era parte del servicio y la garantía que me ofrecían. Eso es servicio y no tonterías, la verdad.

Pasaron los minutos y cuando estaba a punto de dormir con una sonrisa en los labios y satisfacción en mi corazón, me di cuenta que tenía que darle el último adiós a ese pequeño lector electrónico que me había regalado horas de felicidad y compañía, cuando de pronto, como si tuviera voz de profeta, Miguel, mi esposo, me dijo “Pero si no se ha muerto, ya verás como utilizan esas piezas para construir otro(s)” y fue en ese preciso momento donde casi veo como se iluminaba la recámara con esa profunda verdad. En realidad nunca nada muere, nada desaparece, simplemente cambia de forma y crea cosas nuevas. Si es un hecho que un pedazo de materia como es mi Kindle no se crea, ni se destruye, ¿por qué entonces dudamos de la eternidad del alma?, ¿por qué no vivimos con la certeza que esta vida a la cual nos apegamos tanto es sólo una de las infinitas experiencias que hemos tenido y tendremos por el resto de la eternidad?, ¿por qué le tememos a la muerte y sufrimos cuando llega en lugar de sonreir sabiendo que aunque nuestros ojos no vean eso que “ya no está” en realidad sólo se está reciclando para “volver a estar” en otra forma y que siempre estará presente, nos demos cuenta de ellos o no?

Ya pasaron los días prometidos y mi nuevo Kindle ya está conmigo, guardado en su estuche y dándome momentos de felicidad, pero cada vez que lo vea recordaré que en cualquier momento, aún en alguno doloroso o triste, a través de cualquier cosa, incluso de un aparato electrónico, podemos tener un atisbo de la Verdad.

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